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Cueva d'es Pont d'en Gil

Por el año 1954, en el curso de unas expediciones en las Islas Baleares,  hermoso lugar al que no estábamos acostumbrados a bucear, tuvo lugar un descubrimiento que marcó un hito en la historia de mis hallazgos: el descubrimiento de una cavidad que ha sido bautizada como Cueva d'es Pont d'en Gil. 

...Era un precioso día, sol brillante, temperatura casi tropical y mar completamente en calma. Mi hermano Enrique y mi compañero de inmersiones Xavier Casadejust, navegamos a bordo del precioso ketch de 18 metros de eslora, Anne Marie, propiedad del químico y filántropo Pere Mir.

Decidimos bucear en un rincón de las costas cercanas a Ciutadella conocido como Pont d'en Gil, que debe su nombre al magnífico puente que abre paso a una pequeña bahía.

"Anne Marie" yate en el que efectuamos la travesía a Menorca. En primer plano a la izquierda, los reflectores y los cables utilizados para filmar bajo el agua

Debido a las plácidas condiciones, decidimos sumergirnos sin traje de goma ni complemento alguno, hablando claro "a pelo" -a excepción del traje de baño-. Nos adentramos entonces en la cueva situada al lado d'es Pont d'en Gil, intuyendo que era muy posible hallar una cueva interior.

Enrique Admetlla, hermano de Eduard Admetlla, inicia la zambullida que le conducirá junto a sus compañeros de inmersión en una de las primeras exploraciones de la cueva d’es Pont d’en Gil.

Penetramos por un túnel y nadamos unos metros por su interior hasta que una fuerte corriente termoclima de agua fría nos sorprendió desagradablemente, al extremo de que tanto mi hermano como Xavier indicaron que salían fuera del túnel. Algo me dijo -el agua está muy fría, es cierto, pero esta cueva posee algo especial-. Por lo que continué penetrando por el túnel y afrontando sin traje de goma la bajísima temperatura de la termoclima. De esta forma, paso a paso, o mejor dicho, aletazo a aletazo, me introduje en las tinieblas que me descubrirían un espectáculo de ensueño. 

Fui siguiendo el rastro de mis burbujas, que reseguían el perfil del techo de la cueva, hasta que de pronto, ascendieron rápidamente, las burbujas dejaron su recorrdio y explotaban en un ambiente aéreo, estaba en un lago interior.

Emergiendo de las tranquilas aguas del lago interior, las estalactitas y estalagmitas nos condujeron a rincones verdaderamente impresionantes des las formaciones calcáreas obras de siglos y siglos de incesante y persistente godeo de zonas saturadas de cal.

Con la pobre ayuda de una poco potente lámara eléctrica, vislumbré que estaba rodeado de estalactitas que colgaban del techo de la cueva. Me quedé maravillado ante lo que adivinaba. Hoy después de que esta cueva haya sido visitada por millares de submarinistas, me pregunto -¿Por qué no se llamará la cueva de Admetlla?-.

Esta secuencia de fotografías inéditas fueron tomadas por Eduard Admetlla en el curso de las primeras exploraciones a esta cueva,. Sin embargo, la oscuridad de la cavidad provocó que las imágenes quedaran muy oscuras o quemadas por el flash. Gracias a las nuevas técnicas de escaneado, han recuperado su color original. 

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